25.6.06

Sigur Ros y la inteligencia del frío. PARTE I

por Andrés Jáquez

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Svefn-g-englar la escuché una noche a finales de los años noventa, antes de que terminara el siglo que dió cabida a las guerras más crueles, a los sinsentidos más catastróficos, a la aproximación de las utopías desde la ciencia y la tecnología, a la decadencia de las religiones y al surgimiento de nuevas expresiones y formas de relacionarse; fue el siglo que dejó a un lado los convencionalismos y los clascisismos para ver surgir al rock, al punk, a la pornografía comercial, a la televisión, el cine, dio luz a internet y a la ola creciente de geeks y freakies, fue el siglo de las injusticias y la esperanza, de la soledad y la sobrepoblación, del hambre y la locura, fue el siglo de los genocidios, de la destrucción de múltiples mitos, de la cacería de fantasmas, fue el siglo que consolidó el vacío que nos atraviesa de pies a cabeza a lo largo de nuestro andar en este planeta.

Sin nada que hacer, al salir de una fiesta a la que no nunca debí haber ido, llegué a mi departamento directamente a descargar música. Al inicio de su página, Audiogalaxy, recomendaba tres canciones de una banda islandesa llamada SIGUR ROS. Tomó una hora y media la descarga completa, así que al apagar la TV - las noticias en Bloomberg no eran lo suficientemente optimistas, o por lo menos no como las necesitaba yo precisamente esa noche- y desconectar el teléfono tomé como trinchera mi estudio, y como gurú a Phillip Roth con su libro EL TEATRO DE SABBATH. Antes de empezar la faena literaria fui a la cocina por mi acostumbrado yoghurt, revisé que el bunker estuviera completamente cerrado y que la luna permaneciera sonriendo, a pesar de lo que veía desde allá arriba, la posición menos privilegiada de todas. Me senté en mi sillón favorito con los audífonos SONY que me había regalado unos días antes, abrí el libro y apreté PLAY en una canción de nombre extraño del grupo recomendado por el sitio de archivos compartidos que todavía recuerdo con cariño. Cambió mi vida entera a partir de esa noche, las notas, el ritmo y las letras inintelegibles modificaron mis rutas y mis presagios. Desde esa noche, del año 1999, por lo menos uno de cada siete días de la semana lo dedico a escuchar simplemente a mi banda favorita. Desde esa noche el frío se quedó instalado en cada uno de los pliegues de mi cerebro.+

Artículo publicado en: http://semateka.blogspot.com/

2 comentarios:

C.S. Feld dijo...

Mi querido Andrés:

Siempre hay algo íntimo acerca de la experiencia de escuchar una canción por primera vez. El gozo del descubrimiento, la subsiguiente "investigación" (¿quién es este grupo?, ¿de qué país es?, ¿qué otros discos tiene?) y la emoción de anticipar el nuevo disco que acabas de comprar son cosas que solamente los musicófilos podemos entender.

Tu experiencia con la música de Sigur Ros me ha sucedido con grupos tan variados como T. Rex, Yaz y Social Distortion. Te agradezco mucho el compartir estas experiencias. Eso me ayuda mucho también a darle un toque más personal a Lado B. Finalmente, no escribimos para vender discos o promover artistas, sino como un acto creativo en el que esperamos tocar a ese Otro que navega por el ciberespacio.

Javier

GIL CEPEDA dijo...

Elegí esa rola de Svefn G Englar la primera vez que fume yerba, la verdad fue un super viaje, la experiencia siguió con algunas otras rolas de Sigur Ros, Radiohead (Everything in its right place, Kid A, Airbag) y por supuesto Pink Floyd (Shine on your crazy diamond, the great gig in the sky, echoes). Excelente viaje.

Semateka B es un colectivo de personas interesadas en expresar su visión sobre sí mismos, los escenarios que pisan, los universos que violentan. Semateka B es principalmente un grupo de amigos y conocidos poniéndose al tanto entre ellos mismos sobre sus vidas. Semateka B debe ser siempre una práctica fundamentamentalmente libre, sin censura.

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